Inicio
El Trabajo
Contacto
 

El Trabajo

 
 



1. Introducción

            Con la conquista de Toledo por Alfonso VI en el año 1085, acabaron casi cuatro siglos de dominio árabe. Se calcula que Toledo tenía entonces unos 30.000 habitantes musulmanes, mozárabes y judíos. Si bien la nobleza árabe huyó hacia el sur, la reconquista no supuso la expulsión sistemática de la población musulmana.
 
            La comunidad judía siguió viviendo en la judería, dedicada mayoritariamente al comercio o al servicio de reyes, arzobispos y nobles, como recaudadores de impuestos y administradores. Tanto judíos como mozárabes escribían y hablaban árabe, lo que creó en la ciudad un clima de tolerancia y convivencia excepcional. Fruto de esa mezcla cultural surge en el siglo XII el denominado estilo mudéjar, síntesis del arte califal y el románico.
 
            Con la presencia en Toledo de una importante comunidad de doctos hebreos y la llegada de intelectuales cristianos europeos, acogidos por el cabildo de su catedral, se genera la atmósfera propicia para que Toledo se convierta en la mediadora cultural entre el Oriente y el Occidente de la época.
 
            Como ya decimos en la presentación, entre los siglos XII y XIII se desarrolla en Toledo un fenómeno cultural conocido como Escuela de Traductores. Esta denominación no debe llevar a pensar en un centro educativo con profesores y estudiantes, sino más bien en un grupo de personas que trabajaron juntas o siguieron unos métodos comunes para trasladar a Europa la sabiduría de Oriente y -en especial- la de los antiguos griegos y los árabes.
 
 
2. La Escuela de traductores de Toledo: Caracterización general
 
            La Escuela de Traductores de Toledo tuvo dos periodos separados por una fase de transición. El primero fue el del arzobispo don Raimundo que, en el siglo XII, impulsó la traducción de obras de filosofía y religión del árabe al latín. Gracias a su labor, en las universidades europeas comenzó a conocerse el aristotelismo neoplatónico. Se tradujeron libros de Aristóteles comentados por filósofos árabes como Avicena y Alfarabí, de autores hispano- judíos como Ibn Gabirol, y también se tradujeron el Corán y los Salmos del Antiguo Testamento. Por otra parte, en esta fase se empieza a recibir la ciencia oriental en Europa, a través de las traducciones de obras que sirvieron de manuales para los universitarios hasta el siglo XVI: el Canon de Avicena y el Arte de Galeno. La astrología, astronomía, y la aritmética se enriquecen igualmente al ser vertidas al latín las obras de Al-Razi, Ptolomeo o Al- Juwarizmi.
 
            Con la llegada del rey Alfonso X, ya en el siglo XIII, comienza la etapa de las traducciones de tratados de astronomía, física, alquimia y matemática. La recepción de un caudal de conocimientos tan enorme fructifica en la composición, a instancias del rey, de obras originales como el Libro de las Tablas Alfonsíes. Se tradujeron tratados de Azarquiel, de Ptolomeo y de Abu Ali al-Haitam, pero también obras recreativas como los Libros del ajedrez, dados y tablas y recopilaciones de cuentos tan fecundas para las literaturas occidentales como Calila e Dimna y Sendebar. En esta segunda fase las traducciones ya no se hacen al latín, sino al castellano, con lo que el romance se desarrollará para ser capaz de abordar temas científicos que hasta entonces sólo habían sido tratados en latín.
 
            Los métodos de traducción evolucionaron con el tiempo. En un primer momento, un judío o cristiano conocedor del árabe traducía la obra original al romance oralmente ante un experto conocedor del latín que, a continuación, iba redactando en esta lengua lo que escuchaba. Más tarde, en la época de Alfonso X, los libros fueron traducidos por un único traductor conocedor de varias lenguas, cuyo trabajo era revisado al final por un enmendador.
 
            Alfonso X, impulsor de la Escuela de Traductores de Toledo, fue un rey polifacético interesado por multitud de disciplinas de la época: las ciencias, la historia, el derecho, la literatura… Su labor consistió en dirigir y seleccionar a los traductores y obras, revisar su trabajo, fomentar el debate intelectual e impulsar la composición de nuevos tratados. Se rodeó de sabios musulmanes y judíos, fue mecenas de eruditos y trovadores y a él se debe, en gran parte, el florecimiento de la cultura en esta época.
 
3. La primera etapa de la Escuela
 
            Corresponde al siglo XII, con el arzobispo D. Raimundo que, como ya hemos dicho, potenció las traducciones del árabe al latín. Cabe destacar la tarea de una larga lista de traductores, como Gerardo de Cremona, Domingo Gundisalvo, Abraham Alfaquí y otros muchos que, con sus conocimientos lingüísticos y su formación científica pusieron en manos de Europa las claves de un posterior desarrollo científico e intelectual.
 
3.1. Domingo Gundisalvo
 
Dominicus Gundissalinus o Gundisalivus, llamado también Domingo Gundisalvo o Domingo Gonzalo (Segovia, h. 1110-Toledo, 1181), traductor y filósofo español, primer director de la Escuela de traductores de Toledo.
 
            Hizo carrera eclesiástica en su Segovia natal, llegando a ser arcediano de la villa de Cuéllar y miembro del cabildo de la Catedral. Fue llamado por el arzobispo Raimundo de Toledo y, bajo su mecenazgo, forma con Juan Hispalense lo que terminaría por conocerse como Escuela de traductores de Toledo. Era buen conocedor del griego y del latín, y, por su procedencia mozárabe, también del árabe (aunque no con la suficiente maestría). Su actividad dura más de cincuenta años (entre 1130 y 1180), y se suele dividir en dos periodos:
 
            Hasta 1150 solo traduce del griego o del castellano al latín, ya que no tenía suficientes conocimientos del árabe, y partía de las traducciones hechas por su compañero Juan Hispalense. Se limitó exclusivamente a la traducción de obras filosóficas, en las que introdujo numerosos comentarios propios y eliminó pasajes que consideraba inadecuados.
 
            En el segundo periodo, a partir de 1150, su perfeccionamiento en lengua árabe le permitió la traducción directa, sin necesidad de intermediarios, dedicándose especialmente a la obra de Aristóteles y a la Metafísica de Avicena.
 
 
 
3.2. Gerardo de Cremona
 
      Gerardo de Cremona en latín Gherardo Cremonensis (Nació en Cremona c. 1114 - Murió posiblemente en Toledo 1187). Se trata de uno de los escritores medievales y es considerado como uno de los mayores traductores más prolíficos (casi cerca de 70 obras) del árabe al griego y latín.
 
 
              Poco se conoce de los detalles de la vida de Gerardo, se puede deducir de los trabajos que realiza y de los lugares en los que estuvo. Poco antes del nacimiento de Gerardo, la ciudad de Toledo fue tomada 1085 a los musulmanes por el rey Alfonso VI de Castilla y pronto se convertirá en la capital de Castilla. Tras la conquista se forma una comunidad encargada de realizar traducciones del árabe al latín, esta comunidad se denominó "La escuela de Toledo". Bajo el patronato de Raimundo de Toledo estuvo trabajando en labores de traducción Gerardo junto a Juan de Sevilla. Aunque es incierta la fecha exacta de llegada de Gerardo a esta ciudad, es muy probable que fuera antes de 1144 cuando tuviera la edad de 30 años. La escuela de Toledo, al igual que el resto de otras que pudieron existir consistía en un conjunto de asesores en lingüística, traducción de idiomas y buscadores de manuscritos árabes. Es famoso también por una traducción errónea: tradujo "números irracionales" en vez de "inconmensurables", error que se difundió en la Edad Media hasta nuestros días y por eso, se le llama así al conjunto de los números irracionales.
 
            Una de sus más famosas traducciones al latín del original árabe fue realizada en 1175 basándose en un texto encontrado en Toledo de “El Almagesto”. Esta traducción introdujo definitivamente el Almagesto (Kitab al-Medjisti) en la tradición científica europea. Gerardo de Cremona no pudo traducir muchos de los términos técnicos e incluso retuvo el nombre árabe de Abrachir para Hiparco. Dado que Europa conoció este trabajo a través de los árabes muchos de los nombres clásicos de las estrellas provienen de los nombres árabes registrados en esta obra si bien con numerosas alteraciones.
 
            Entre sus traducciones se puede encontrar además:
 
* al-Jwarizmi el Hisab al-Yabr wa' l-Mukabala que es el primer libro de algoritmos.
 
*Aristóteles la Meteorologica, el De caelo et mundo, Physica, y la Analytica Posteriora
las Tablas Toledanas denominadas también Tablas Alfonsinas desarrolladas por el rey de castilla en c. 1272.
 
*Qanun de Ibn-Sina (Canon de Avicena), el Kitab al-tibb al Mansuri (una enciclopedia de medicina).
 
*Una compilación médica de Yahaya ibn-Sarafyun.
           
 
3.3. Juan Hispalense
 
            Iohannes Avendehut Hispanus (también llamado Iohannes Hyspalensis, Johannes Hispanicus, Johannes Toletanus, Avendeuth, Juan Hispano, Juan Hispalense, etc.) (Sevilla, ? - Toledo, h. 1180), lingüista, filósofo, compilador y traductor español.
 
            Fue, junto a Domingo Gundisalvo, el principal traductor del árabe al castellano en la primera época de la Escuela de traductores de Toledo. Se sabe que era judeoconverso, pero no está totalmente segura la identificación entre Juan Hispano (Ibn Dawud) y Juan Hispalense, quienes muchos autores consideran una persona diferente.
 
             Colaboró con Domingo Gundisalvo entre 1130 y 1150, y continuó sus traducciones hasta 1180, año de su muerte. En el proceso de traducción, Juan trasladaba del árabe al romance castellano, y Gundisalvo, del castellano al latín.
 
            Su obra traductora es muy amplia, e incluye obras de diversas materias:
 
 
            Filosofía –tradujo Pseudoaristóteles, Ibn Sina (Avicena), Qusta ben Luqa, al-Farabi, Ibn Gabirol (Avicebrón), al-Gazali, etc.–
 
             Álgebra y Medicina -el importante Libro de la curación de Avicena-.
 
            Además fue autor de varias compilaciones, con síntesis sacadas de las obras que traducía y estudiaba, junto a sus propias observaciones e interpretaciones, especialmente en Astrología.
 
 
4. La segunda etapa. El reinado de Alfonso X el Sabio
 
 
Alfonso X el Sabio y su Corte.
 
 
            Con la llegada del rey Alfonso X, ya en el siglo XIII, comienza la etapa de las traducciones de tratados de astronomía, física, alquimia y matemática. La recepción de un caudal de conocimientos tan enorme fructifica en la composición, a instancias del rey, de obras originales como el Libro de las Tablas Alfonsíes. Se tradujeron tratados de Azarquiel, de Ptolomeo y de Abu Ali al-Haitam, pero también obras recreativas como los Libros del ajedrez, dados y tablas y recopilaciones de cuentos tan fecundas para las literaturas occidentales como Calila e Dimna y Sendebar.
 
            Durante su reinado hizo una extraordinaria labor como protector de las ciencias y de las artes. Él mismo participó en la redacción y compilación de obras muy variadas, además, seleccionaba personalmente al equipo de redactores, les orientaba y se encargaba de la revisión del manuscrito final.
 
            En el ámbito científico destacan las obras de astronomía, traducciones y originales que se encuentran recogidas en los Libros del saber de astronomía. En el terreno jurídico destacan el Fuero Real, el Especulo y Las Siete Partidas que se podrían entender como una forma de recopilar y sistematizar el derecho de la época .En el histórico sobresale la Crónica General  que se narra la historia de España y La Grande e General Estoria, relato del mundo desde su creación hasta el nuevo testamento.
 
            La obra literaria del monarca sabio no sólo se reduce a la prosa sino que también abarca la poesía. En este caso, siguiendo la moda de la época, su producción lírica se escribe en gallego-portugués. Las Cantigas de Santa María es una obra de colaboración pero con la huella personal del monarca; constituye un conjunto de 427 poemas, repartidos entre milagros marianos, cantigas amorosas y loores. Las formas métricas utilizadas son abundantes, destacando entre ellas el uso del villancico. Los cuatro manuscritos que han conservado la obra (entre los que destaca el códice rico) nos han transmitido la música de muchas de ellas. Igualmente, estos manuscritos nos han transmitido las miniaturas que acompañaban a estas composiciones líricas.
 
            Podríamos decir que en la obra del monarca se distinguen dos fases: la primera (1250-1260), volcada a la traducción, mientras la segunda (1269-1284) corresponde a las obras originales, como sus dos crónicas o las Cantigas de Santa María. En esta última fase, y especialmente en su obra poética, se cree que participó más activamente el Rey Sabio, aunque por regla general su actuación se limitase a las tareas indicadas en un célebre pasaje de la General Estoria:
 
             "así como dixiemos nos muchas vezes, el rey faze un libro, non por que'l él escriua con sus manos, mas porque compone las razones dél, e las enmienda e yegua e enderesça, e muestra la manera de cómo se deuen fazer, e de sí escriue las qui él manda; pero por esto dezimos por esta razón que él fase el libro".
 
            Alfonso X, impulsor de la Escuela de Traductores de Toledo, fue un rey polifacético interesado por multitud de disciplinas de la época: las ciencias, la historia, el derecho, la literatura… Su labor consistió en dirigir y seleccionar a los traductores y obras, revisar su trabajo, fomentar el debate intelectual e impulsar la composición de nuevos tratados. Se rodeó de sabios musulmanes y judíos, fue mecenas de eruditos y trovadores y a él se debe, en gran parte, el florecimiento de la cultura en esta época. En esta segunda fase de la escuela,  las traducciones ya no se hacen al latín, sino al castellano, con lo que el romance se desarrollará para ser capaz de abordar temas científicos que hasta entonces sólo habían sido tratados en latín. El Rey centra su obra cultural en las traducciones fundamentalmente de astrología y astronomía, extendiéndose también a los libros sagrados: el Corán, el Talmud y la Cabala.
 
            Los métodos de traducción evolucionaron con el tiempo. Ya hemos dicho que, en un primer momento, un judío o cristiano conocedor del árabe traducía la obra original al romance oralmente ante un experto conocedor del latín que, a continuación, iba redactando en esta lengua lo que escuchaba. Ahora, en la época de Alfonso X, los libros fueron traducidos por un único traductor conocedor de varias lenguas, cuyo trabajo era revisado al final por un enmendador.
 
            El más importante de los traductores de Alfonso X fue Yehudá ben Moses ha-Kohén, el cual tradujo al latín la Azafeha de Azarquiel, el Libro complido de los iudizios de las estrellas de Ali Aben Ragel, considerado la mejor síntesis de astrología greco-árabe, el Libro de la ochava esfera de un original caldeo, el Lapidario, tratado astrológico o las Tablas alfonsíes en colaboración con Rabiçag, el personaje más destacado en cuanto a su formación científica destacando los trabajos que forman parte del Libro del saber de astrología. Es de destacar también Abraham de Toledo o Abraham Ibn Waqar que hacia 1270 traduce El libro de la Constitución del Universo y del famoso al-Mi'raj, traducido al castellano como La escala de Mahoma.
 
            También se escribieron a instancias del rey obras originales, como las Tablas Alfonsíes para el cálculo astronómico. Compuestas por los traductores están consideradas como el mayor logro del mecenazgo del rey y constituye una obra de referencia en la historia de la astronomía.
 
            También se escribieron obras a petición del rey en otras materias como los distintos Libros del relogio, sobre la construcción de relojes, o los Libros del ajedrez, dados y tablas y obras literarias como Calila e Dimma.
 
 
5. Repercusiones de la Escuela en la cultura europea
 
            La actividad traductora desarrollada en Toledo supuso un apoyo importantísimo para las universidades y sus planes de estudio, sobre todo para las de París, Bolonia o Montpellier puesto que la enseñanza universitaria estaba basada en el análisis y la discusión de textos por lo que a partir del siglo XIII, se nutrirán de las traducciones llevadas a cabo en Toledo con las influencias que eso conlleva pues se extiende el aristotelismo, el sufismo, el emanatismo y sobre todo el averroísmo. Gracias a las traducciones, se generaliza la corriente aristotéliotomista y la escolástica. En literatura, el Libro de la escala de Mahoma puede que haya incluso inspirado a Dante su Divina Comedia.
 
            La aportación más importante de la Escuela es la concerniente a las disciplinas científicas: medicina, matemáticas, astronomía y astrología; el Canon de Avicena, la trigonometría islámica, el sistema sexagesimal, las Tablas astronómicas de Al-Juwarizmi y las obras patrocinadas por el rey Alfonso X, serán el punto de partida de la astronomía europea y fuente de los trabajos de Galileo, Copérnico, Kepler con sus estudios acerca de las órbitas de los planetas u de la óptica como el anteojo de Galileo con su sistema de tubo portaobjetivo y de Newton con sus estudios sobre el campo gravitatorio de la tierra.
 
            Hay que señalar, por último, que tan importante fue la transmisión de conocimientos como lo fue la adopción del método experimental del mundo islámico basado en la experiencia, la observación y la analogía, básico para el desarrollo de la ciencia moderna y el Renacimiento europeo.
 
6. La nueva escuela de traductores
 
La Escuela de Traductores de Toledo, en la actualidad,  es un centro de investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha, que inició sus actividades en 1994 en el seno del Patronato Universitario de Toledo con el apoyo de la European Cultural Foundation.
            Como espacio de formación, centra su actividad en la preparación de traductores del árabe y del hebreo, imparte docencia de postgrado a través del Curso de Especialista en Traducción Árabe-Español, así como a través de los Seminarios de Traducción Hebreo-Español y, desde 1999, ofrece cursos de Introducción a la Lengua Árabe . En septiembre de 2008, la Escuela sumó a su oferta docente un nuevo curso de Introducción a la Lengua Hebrea.
 
            En el ámbito investigador, organiza y promueve distintas publicaciones y programas de traducción e investigación, en cuyo desarrollo colaboran otras instituciones y profesionales vinculados a la Universidad de Castilla-La Mancha. Movida por una firme voluntad de convertirse en espacio de encuentro y diálogo, ha acogido y organizado numerosos coloquios y conferencias nacionales e internacionales en torno a la traducción y las relaciones culturales entre Europa y el Mediterráneo.
 
            La Escuela cuenta con una biblioteca-centro de documentación especializada en temas afines a la actividad que desarrolla, y alberga un fondo documental específico acerca de la historia de la Escuela de Traductores de Toledo en la Edad Media.
 
            Tiene su sede en el Palacio del Rey don Pedro, edificio mudéjar del siglo XIV situado en el casco antiguo de la ciudad, y dispone de salón de actos, sala multimedia, sala de reuniones y aulas.
 

Copyright Toledo 2009 - 2010 Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis